jueves, 30 de julio de 2009

sábado, 25 de julio de 2009

LOS AMIGOS QUE NUNCA FALLAN


Habían dos cucarroncitos muy amigos se llamaban Ton y Tun se fueron un día a pasearse por el bosque cogiditos de la mano para no irse a perder, se subieron a un árbol muy grande y debajo de unas hojitas se pusieron a divisar todo lo grande que es el mundo y lo bello de la naturaleza; de pronto se sacudió mucho el árbol donde estaban, ¡huy! Qué pasa dijo Tun, sacó la cabeza y miró hacía los lados, cuando vio un águila, ¡Oh! Ton: estése calladito porque si esa aguilucha nos ve nos embucha, qué nervios amiguito. Estamos en peligro, ¿Qué hacemos? Dijo Tun, ¿nos echamos un vuelito? No, no, bajemos con cuidado, dijo Ton, para que no nos vea esa aguilucha.
Logramos escapar; ya estábamos a salvo, íbamos tranquilos por la playa, cuando pasó un maldingo ternero y chutó a Tun con una pata,
- ¡Huy! ¿Que pasó? dijo Ton, ¿Dónde está mi amigo Tun? Cuando lo logró verlo más adelante, patas arriba, muy mal, parecía muerto, llegó donde estaba y le dijo:
- ¿Estás vivo? ¿Qué te pasó?
- ¡Ay! me duele todo, tanto que parece que me hubiese pasado un camión por encima, me duele una pata no puedo caminar.
- Te ayudaré Tun, amigo mío, ven yo te llevo a mi espalda.
- Pero con cuidado, no me vayas a lastimar
- ¡Huy! Estás muy pesado.
Llegó sudando con Tun a la espalda, lo descargó y se puso a
hacerle al curación.
- ¡Ay amigo! casi te desbarata, te quebraron tres costillas, una alita y una pata; es que vivir es un peligro
- Si amigo, pero con amigos como tú vale la pena vivir. Gracias, mil gracias, para eso son los amigos. Se abrazan.

AUTOR: Leider Andrés Marín López
Centro Educativo Guamito;
San Vicente Ferrer, Antioquia.
2007

EL REY MOCHO


En un pequeño pueblo vivía un rey
a quien la faltaba una oreja.
Pero nadie lo sabía. Siempre tenía puesta
su larga peluca de rizos negros.
La única persona que conocía su secreto
era el viejo barbero de palacio
que debía cortarle el cabello una vez
al mes. Entonces, se encerraba con él
en la torre más alta del castillo.
Un día el viejo barbero se enfermó.
Dos semanas después murió y el rey
no tenía quién le cortará el cabello.
Pasaron dos, tres días; dos, tres semanas,
y ya las greñas comenzaban a asomar
por debajo de la peluca.
El rey comprendió, entonces,
que debía buscar un nuevo barbero.
Bajó a la plaza en día de mercado
y pegó un cartel en el tarantín
donde vendían los magos más sabrosos:
EL REY BUSCA BARBERO JOVEN, HÁBIL Y DISCRETO.
Esa noche llegó al palacio un joven barbero.
Y cuando comenzó a cortar el pelo,
descubrió que el rey era mocho de una oreja.
- Si lo cuentas – dijo el rey con mucha seriedad –
te mando a matar.
El nuevo barbero salió del palacio con ese gran secreto.
“El rey es mocho” pensaba, “y no puede decírselo a
nadie. Es un secreto entre el rey y yo”.
Pero no podía dejar de pensar en el secreto
Y tenia ganas de contárselo a todos sus amigos.
Cuando sintió que el secreto ya iba
a estallarle por dentro, corrió a la montaña
y abrió un hueco y grito durísimo:
¡EL REY ES MOCHO!
Tapó el hueco con tierra y así enterró
el secreto. Por fin se sintió tranquilo
y bajó al pueblo.
Pasó el tiempo y en ese lugar
creció una linda mata de caña.
Un muchacho que cuidaba cabras
pasó por allí y cortó una caña
para hacerse una flauta.
Cuando estuvo lista la sopló
y la flauta cantó:
el rey es mocho no tiene oreja
por eso usa peluca vieja.
El muchacho estaba feliz con esta flauta
Que cantaba con sólo soplarla.
Cortó varias cañas, preparó otras flautas
y bajó al pueblo a venderlas.
Cada flauta, al soplarla, cantaba:
El rey es mocho no tiene oreja
por eso usa peluca vieja.
Y todo el pueblo se enteró
De que al rey le faltaba una oreja.
El rey se puso muy rojo y muy bravo.
Subió a la torre del castillo
y se encerró un largo rato.
Pensó, pensó, pensó...
Luego bajó, se quitó la peluca y dijo:
- La verdad es que las pelucas
dan mucho calor.

Y sólo se la volvió a poner en Carnaval.

FIN.

AUTORA:
Carmen Berenguer

LOS GUARDA BOSQUES

En un bosque habitaban una Paloma, unos azulejos y unas avispas, se encontraban muy preocupados porque estaban talando todos los árboles y se iban a quedar sin dónde vivir. Notaban también que se estaba secando el nacimiento de una quebrada que nacía debajo de ese bosque. Fue así como la Paloma invitó a la reina de las avispas y a los azulejos. Se llegó la hora de la reunión, y le dijo la señora Paloma. El motivo de haberlos citado a esta reunión es el siguiente; no se, si ustedes han notado cómo cierta gente está acabando con el bosque, nosotros nos vamos a quedar sin donde vivir y el agua se va a secar.



Yo también he notado esto, dijo la reina de las avispas; a mi me ha tocado sufrir las consecuencias de esto, pues ya en dos veces han tumbado los árboles donde había plantado mi casa. Tenemos que hacer algo para evitar esto, pues es muy preocupante
-jHuy! Señora avispa y señora paloma, contestaron un par de azulejos que asistieron a la reunión, si sólo fueran ustedes los preocupados y afectados; pues a nosotros nos ha tocado hacer nido como en cuatro veces por culpa de estas porquerías que están acabando con el bosque, fuera de que están atentando contra nuestras vidas,
porque le oímos a unos mocosos que nos estaban tirando piedras: ¡Huy tan lindos! ¡Atrapémoslos! y empezaron a lanzar piedras con unas margaritas caucheras, dizque para tumbarnos y podernos atrapar más fácil, fue así como aquí a mi hermanito le tocó perder un ojo porque le apuntaron con una piedra, pero gracias a Dios no lo pudieron tumbar porque es muy fuerte. No, no ¡Qué cosas las que pasan! Les voy a contar de lo que a mi también me sucedió, dijo la paloma, imagínense una
porquería de cazador apuntándome con una escopeta ¡Ay Casi me muero del susto no sé de dónde saqué valor y volé lejos.

Pero ya contamos nuestros problemas; ahora planteemos cómo vamos a hacer para salvar el bosque. ¿A ver qué se les ocurre? Dijo la avispa, a mi me da mucha pena utilizar la fuerza pero la única arma que tengo es mi ponzoña, no debería hacerlo pero es la única defensa que tengo ¡ensayemos! A ver cómo nos va cojí ustedes mis amigos, ¿en qué van a colaborar? Ya veremos dijo uno de los azulejos, alguna broma se nos ocurrirá. Y yo. dijo la paloma, voy a hacer lo posible para colaborar en lo que más pueda, gracias por haber venido. Manos a la obra. Cada uno salió para su casa.
La reina de las avispas reunió su colmena. Bueno, la reunión a la que me citaron es por la preocupación que se tiene, ya que se está acabando, o más bien de que están acabando con el bosque y nosotros tenemos que evitar que esta situación continúe, entonces nos tocaría utilizar nuestras ponzoñas, les enseñáremos a los que vengan a tumbar más árboles, los pondremos a que se rasquen un rato. Pasaron varios días y el bosque tranquilo. Pensaban los que hicieron el trato, parece que supieran nuestros planes; hasta que de pronto un día llegó un malguandrino con semejante hacha bien amolada y empezó a tumbar un árbol, no hacia mucho que se habían levantado el par de azulejos y se encontraba por ahí revoloteando; viendo esto dijeron, veamos que podemos hacer para no dejar tumbar más árboles. ¡Ah! sí, tengo una idea, el tuerto queda aquí, ya lo verás, salió volando hacia donde se encontraba el malguandrino tumbando el árbol y con su pico le quitó el sombrero, voló y voló hasta que se lo encaramó en un árbol, apenas se carcajeaba el azulejo tuerto, muerto de la risa, viendo la hazaña de su hermano y le dijo: felicitaciones, qué idea tan magnifica la tuya Mientras tanto el pobre malguandrino dijo ¡ay! aquí hay brujas o que ¿Quién me quitó el sombrero? No lo puedo ver; miraba hacia todos los lados y no lo veía, dijo: ahora si me va a coger la tarde para tumbar toda esa madera pero primero tengo que buscar mi sombrero, se metió al bosque buscaba y no lo encontraba, al cabo de dos horas lo fueron agarrando los nervios, más bien se fue para su casa; cuando llegó, su mujer le dijo: - mijo porqué vienes como asustado y sin sombrero ¿con quién se peleo? No mija, cuando empecé a tumbar madera alguien me quitó el sombrero pero no lo pude ver, parece que en ese bosque hay brujas, lo busqué por un rato pero me agarraron los nervios, más bien me viene, no fuera que usted tampoco me volviera a ver a mi; mientras consigo con que comprar otro sombrero tú me prestas tu cachucha.
Tres días después madrugó don Pancho con buenos ánimos a tumbar mucha madera en el bosque; llevó su hacha bien amolada y empezó a tumbar el primer árbol y antes de terminar de tumbarlo, cuál fue su sorpresa cuando sintió un pinchazo en el brazo ¡ay! ¿Que diablos me pico? Era una avispa que estaba cumpliendo con su misión. Se rascó un rato, pero volvió a tomar su hacha para seguir su tarea cuando otro pinchazo en la nariz ¡oh! ¿Pero qué es esto? es el colmo que me pase esto aposta el día del cumpleaños de mi hija, cómo voy a estar hoy para la fiesta; mejor me voy antes de que quién sabe dónde más me piquen. -Decía por todo el camino- porqué hoy aposta para la fiesta de mi hija...

Papi, papi ¿qué te pasó en la nariz? ¿Qué bicho te daño la cara? Aposta para la fiesta de mis 15. Por la tarde estaba como un pinocho, con la nariz hinchada y roja. Cuando iban llegando los invitados de más confianza le decían ¡ay! Pancho qué te pasó, ya no te vamos a decir Pancho sino Pinocho. No, no, no que mal la pasó don Pancho por culpa de eso bicho, pero nadie se imaginaba el trato de estos animalitos para cuidar el bosque.
A los 15 días se volvieron a reunir los azulejos la paloma y las avispas, dijo la rema de las avispas: cuenten si ha venido alguien a destruir el bosque. Si, dijeron los azulejos: si vieran quién vino por ahí. Un malguandrino, y lo hicimos ir sin sombrero, por ahí lo pusieron unos amigos de nosotros de guarida, mmm.. qué bien -dijo la reina- nosotros también hemos hecho ir a varios rascándose y sin poder hacer lo que pensaba Pues a mi no se me ha presentado la oportunidad dijo la paloma, pero cuando se me presente lo haré muy bien, con el ejemplo de ustedes. Sigamos así y veremos que el bosque sigue vivo y nosotros también. Se felicitaron y siguieron su labor.
Al cabo de algunos años fue el bosque más hermoso, gracias al acuerdo que hicieron los azulejos, las avispas y la paloma.

DAVID ALEXANDER MARIN LOPEZ
CENTRO EDUCATIVO GUAMITO
SAN VICENTE FERRER, ANTIOQUIA
2007

jueves, 23 de julio de 2009

martes, 21 de julio de 2009

EL MAPA DE COLOMBIA EN COLORES


El aprendizaje de la geografía en esta vidriera luminosa que soy para los niños tiene un especial atractivo. Hago dulce el conocimiento de la tierra. Dejo a los pequeños, de por vida, colores para nombrarla al punto que, cada una de mis divisiones está asociada a esa burlería, a esa conseja milagrosa de los matices.

En mí, el Putumayo es verde; el Huila, color naranja; Caldas es violeta; el Cauca, azul; el Atlántico, color grosella; Santander, bermejo; Cundinamarca, blanco; Antioquia, encarnado...

Y por sobre todo ese pañizuelo alegre de retazos pintados, se me ven los hilillos de los ríos, el jaspeado de las sierras, la oruga enarcada de las cordilleras con el lomo de pelusilla verde.

Cuando los niños dejan la escuela me quedo prendido en la pared sin pasos y sin alas, pero no soy un dibujo cualquiera sino un mundo cogido con dos clavos ardientes. Soy Colombia. En mí aprendieron ellos. Me pasaron muchas veces, por la superficie, las manitas frías de susto, o acertadas, con la alegría del conocimiento.

Después, de mayores, ya no quisieron desasirse de esta bonita sugestión de las porciones de tierra coloreada que yo les di.
El recuerdo poético de las cosas es un buen rodrigón para hacer de ellas larga y merecida memoria.


AUTORA: Amira De La Rosa
En La Luna con Parasol y otros relatos.